miércoles, 5 de febrero de 2014

Quintetos de Mozart y Beethoven para piano e instrumentos de viento


            En el concierto del 3 de febrero en el Teatro Municipal Colón del Ciclo de Música de Cámara de Bach a Piazzolla, se presentaron Graciela Alías (piano); Juan Mariano Cañon (oboe); Gerardo Gautin (fagot); José Garreffa (corno) y Mariano Romano (clarinete).
        El Quinteto K 452 de Wolfgang Amadeus Mozart y el opus 16 de Ludwig van Beethoven que fueron interpretados tienen diez años de diferencia (1787 y 1797) y corresponden a dos edades compositivas distintas: la madurez del Mozart de Don Giovanni y la juventud de un Beethoven vuelto indudablemente hacia el rico universo mozartiano.
          Un rico planteo expresivo
          Ambas, en su concepción clásica, son obras de riqueza formal, melódica y equilibrio entre los timbres instrumentales. Requieren justeza tanto como elegancia y ductilidad en un fraseo sin el cual el elaborado esquema formal no podría lucir por sí mismo. De este modo, lejos de conferirle un rol de soporte armónico a las voces graves y de virtuosismo a las maderas, los timbres se despliegan en un absoluto equilibrio en el cual a cada una de esas voces le caben prácticamente idénticos requerimientos melódicos. Tal gradación, además de la distribución de los timbres en las dinámicas,  implica el permanente cambio de los climas sonoros dentro de un sentido de balance, gracilidad y exploración de la continuidad de un discurso musical tan delicado como sólido.
Ello implica un sentido de la frase muy definido en instrumentos, como el fagot o el corno, que en la orquesta no suelen transitar líneas rápidas, prolongadas, de sutiles cambios dinámicos o de rápidas figuraciones. Todos los instrumentos, no importa el rol en el cual estamos acostumbrados a oírlos, tienen el mismo aporte –que se diferencia en pasajes puntuales, como el bellísimo pasaje del oboe en el Andante del quinteto opus 16- y de cada uno parece rescatarse una habilidad en especial. Se trata de obras de gran sabiduría en esa construcción y en el despojamiento de todo efecto fácil.
De factura amable son, sin embargo, demandantes y complejas tanto en los pasajes rápidos en los que abundan como en el sentido de una musicalidad que debe ser siempre homogénea en todo el conjunto. El opus 16 es diferente a otras obras beethovenianas, aquellas de carácter y fuerza, ya que en todo momento prevalece una línea melódica dulce y flexible.
       Intérpretes
       Una vez más Graciela Alías destacó sus cualidades propias: equilibrio, claridad en las articulaciones y relieve de la línea melódica y de fraseo: cada pasaje es único, en su gradación, en su función respecto al todo y en su belleza sonora en sí misma. No es el pianismo beethoveniano ulterior (como el de la Fantasía opus 80) que tan bien conoce sino algo diferente: el toque destacado y sutil a la vez. Cada repertorio, lo mismo que cada época compositiva, requiere algo diferente y tiene una identidad propia. 
        Mariano Cañon es solista de oboe de la Orquesta Sinfónica Municipal y asimismo intervino en numerosos organismos orquestales y de cámara; Gerardo Gautin, solista de fagot de la misma agrupación también cuenta con una extensa experiencia musical en distintos organismos, como la Orquesta de Cámara de San Luís. José Garreffa fue solista de corno de la Orquesta Sinfónica Municipal, miembro de la Orquesta Filarmónica del Teatro Colón y es solista de la Sinfónica de Olavarría. Mario Romano es solista de clarinete de la Orquesta Sinfónica Municipal; integra la Sinfónica y el Quinteto de Vientos de Olavarría. Formaron un conjunto muy parejo y expresivo aun en momentos muy cerrados, como el Allegro inicial del quinteto opus 16 en el cual a la intervención del clarinete en respuesta a la frase del piano sucede un rápido desarrollo; en el siguiente, tanto el fagot como el corno toman ese tema rápido y cantabile en intervenciones técnicamente comprometidas. Otro aspecto es el del timbre en sí mismo: calidez y ductilidad  en sonidos siempre destacados propio de la textura clásica, donde todo es claramente perceptible.
        No son obras frecuentes pero sí muy ricas y demandantes que pudimos apreciar en excelentes versiones.


Eduardo Balestena