jueves, 27 de enero de 2011

Distintos lenguajes de músicos argentinos


El concierto del 24 de enero, del ciclo De Bach a Piazzolla, contó con la interpretación de Graciela Alías en piano, Gerardo Gautín en fagot y Aron Kemelmajer en violín.
En un programa dedicado de manera integral a compositores argentinos se hizo evidente que en distintos lenguajes y estilos hay elementos comunes: uno de ellos es la raíz popular, otro, el uso de timbres y recursos rítmicos y melódicos vinculados a rasgos de una identidad musical signada por el vínculo entre la música académica y la rica vertiente popular. Ello pide del intérprete algo propio, en su técnica, en su expresividad y en su experiencia de hacer música.
Presencias nro. 7 de Carlos Guastavino (Santa Fe, 1912-2000) muestra el lenguaje evocativo del compositor del nacionalismo musical argentino. La línea melódica serena, la renuncia a todo efecto y el fuerte melos folklórico del autor de Se equivocó la paloma está presente en el tema inicial del violín. Un tema sencillo que se reitera hasta el siguiente, presentado luego de la intervención del piano. El violín va cerrándolo en el dialogo con el piano, sin artificio alguno. Una de las obras del compositor, retratos de jóvenes pianistas, de los años 60, estuvo dedicada a Fermina Casanova, autora de Tres caprichos para violín y piano, ya abordada en el ciclo y que, con un lenguaje absolutamente diferente, dentro de la tonalidad, con una fuerte influencia del jazz, asume al capriccio, con su uso de elementos como la fuga, como una forma festiva y de exploración. El carácter abstracto no la hace sin embargo fría, en gran parte por el trabajo sobre el elemento rítmico y elementos como el uso glissando, el recorrido del violín por los distintos registros y el permanente cambio de dinámicas. Fermina Casanova es una muy reconocida compositora y docente, formadora de muchos músicos y trabaja desde una solidez de los elementos teóricos pero siempre subordinados a un sentido del todo que redunda en una especial calidez sonora.
Jorge Mockert, (Entre Ríos1958-2008) fue un compositor muy destacado, de una amplia trayectoria y una extensa actividad docente, escribió la Suite Argentina para jugar con Andrea, para fagot y piano, para Andrea Merenzon. Ha sido interpretada en distintos arreglos, con percusión, o con varios fagotes. Se compone de: Candombe de la solapa; del barro a la ciudad; chamamerenzon; ojo de tormenta y chacandrea. Es decir que se trata de un recorrido por distintos ritmos populares. Es una obra muy rica y de muchas dificultades, donde llama la atención el uso del fagot en las especies musicales elegidas, su timbre, su presencia con esos acentos y la exigencia permanente. Son todos ritmos rápidos, particularmente el chamamé y muy demandantes, con un carácter de constante improvisación que exige al instrumento en una amplia gama de registros. El diálogo con el piano ralentiza el discurso musical, lo abre. También implica un dialogo cerrado y muy preciso. No se trata de que las notas caigan en su sitio sino de que al hacerlo puedan rescatar esa expresividad y espontaneidad de un discurso que permanentemente fluye, de manera indetenible.
Mario Herrerias, músico dedicado en gran medida al jazz, es autor de Niebla y Cemento, trío para fagot, violín y piano en que predominan los elementos del tango a partir del trabajo con el tema inicial, en ricas alternancias y cambios permanentes de intensidad. Pasa por un breve episodio central lento hasta una recapitulación sobre el tema inicial. El programa finalizó con La muerte del Angel, bellísima obra de Astor Piazzolla (Buenos Aires, 1921-1992).
Graciela Alías y Aron Kemelmajer son intérpretes muy reconocidos, con una vasta experiencia en música de cámara y sinfónica. En esta ocasión cabe agregar que fue destacable el fraseo del violín y su expresividad, particularmente en la obra de Fermina Casanova –precisamente dedicada a estos intérpretes- que otras manos hubiera podido ser quizás fría y técnica. Gerardo Gautin, fagot solista de la Sinfónica Municipal, ha formado parte de distintos grupos de cámara y es otro intérprete reconocido. La obra de Mockert es un verdadero tour de force para el fagot, siempre trabajando al límite, en el fiato, en el fraseo, en el diálogo con el piano, en la exploración de las sonoridades del instrumento, en el elemento expresivo.
Sorprenden los diferentes rumbos de compositores argentinos, coetáneos, o contemporáneos. En un caso hacia lo abstracto, en otros hacia lo tradicional. La música argentina parece poner siempre estos elementos en un primer plano cuando se cuenta con los intérpretes que puedan hacerla posible.


Eduardo Balestena
http://www.opus115musicadecamara.blogspot.com/