lunes, 15 de febrero de 2010

Miriam Fernández en La Armonía


La vigésima edición del Campus Musical de La Armonía contó con la actuación de Miriam Fernández en laúd barroco.
Esta guitarrista marplatense, que vive y enseña en Suiza, país al cual también realizó estudios, ha incursionado en distintas estéticas: música de vanguardia, tango, guitarra, para emprender luego estudios de música antigua que comprenden al laúd renacentista, el barroco y la tiorba. Ha ganado importantes premios en Francia, Holanda, Italia y Suiza, entre ellos el primer premio en el concurso Carlo María Giulini, en Italia.
Entre muchos otros lugares, ha actuado como solista en Barcelona en la Fantasía para un gentilhombre, de Joaquín Rodrigo, con el maestro Jordi Mora en el podio. No es un dato menor que él (con quien llevó a cabo el campus hace unos años) la haya convocado para ese concierto (que podemos apreciar en videos de youtube).
El laúd barroco y Weiss
La obra que abordó, una Fantasía de Sylvius Lepold Weiss (1686-1750), nacido en Breslau, Silesia, hoy Polonia, y que vivió durante el mismo período que Bach, está fechada en Praga en 1719. Vinculado a Scarlatti y a Bach, Weiss fue uno de los autores que más compuso para laúd.
Escribió esta obra estructurándola en un preludio y una fuga.
La escritura para laúd utiliza el sistema de tablaturas. En este caso, la tablatura francesa: vale decir que lo escrito no son las notas ubicadas en el pentagrama, sino las posiciones de los dedos en las cuerdas. Es un sistema de muy difícil lectura. Por el contrario, la transcripción con la cual el maestro Mora analizó la obra, estaba escrita en la forma convencional, lo cual significó que la intérprete debiera ubicar los pasajes en la escritura original.
La Fantasía permite apreciar que se trata de una obra de madurez. Como tal, rehúye todo aditamento y se centra en un planteo musical que va germinando a lo largo del discurso, en un claro proceso expansivo. En efecto, a partir de las notas iniciales comienza una dialéctica entre la melodía y la armonía, que se desarrolla en los pasajes de las cuerdas graves. El laúd barroco tiene 14 cuerdas, afinadas en intervalos de cuartas. Las graves suenan al aire, las restantes en los trastes de cuerda del mástil del instrumento. En la escritura de Weiss la línea de la melodía discurre como una improvisación, de la cual los bajos suelen alejarse y aproximarse.
Como señaló el maestro Mora, en esta escritura sin marcación de compases no valen los esquemas de referencia de la música posterior: el tempo es más libre y las líneas se apoyan en determinadas notas, que aseguran la continuidad del discurso. El equilibrio es muy delicado ya que permanentemente se juega con la idea de duración, improvisación, continuidad y sonoridad.
La fuga, en contraste, se apoya en su propia construcción, que no obstante no es virtuosistica, sino que tiende a rescatar no la complejidad, sino, contrariamente, la simplicidad, y está concebida como un momento contrastante y a la vez afín a la concepción sonora de la fantasía como totalidad: algo extremadamente íntimo y delicado. En esta idea es importante que, al contrario que en las estéticas posteriores, las notas no son un sonido estable sino que tienen una dinámica: comienzan a sonar y alcanzan una altura determinada, después del cual decrecen hasta extinguirse. Las notas no pasan sino que resuenan, permanecen y se desvanecen.
No es fácil expresar con palabras la sensación de ese final, resuelto en un gesto de introversión, en un espacio acústico tan favorable a esta música.
Miriam Fernández es capaz de usar de la técnica y de la experiencia, pero las pone en el contexto de una sensibilidad que es doble: la de la obra, y la del intérprete, en una textura como la barroca, que deja mucho librado a la elección del intérprete, verdadero co- creador. Fácilmente es posible advertir la maestría de un músico como Weiss que, en ese momento del barroco tardío, ensayó una escritura de la exploración y a la vez del despojamiento que tiene un poderoso mensaje para dar hoy, como dijo el maestro Mora, en Santa María de la Armonía, en 2010.
Miriam Fernández estudió en Mar del Plata, se perfeccionó n Europa, donde vive, enseña e interpreta. Ella es parte de un patrimonio cultural, uno que no es massmediático, pero los resultados de este camino están a la vista.


Fantasía para un Gentilhombre, de Joaquín Rodrigo, Miriam Fernandez, solista en guitarra, Orquesta de Vic, dirigida por Jordi Mora

Eduardo Balestena
ebalestena@yahoo.com.ar

1 comentario:

  1. ...traigo
    sangre
    de
    la
    tarde
    herida
    en
    la
    mano
    y
    una
    vela
    de
    mi
    corazón
    para
    invitarte
    y
    darte
    este
    alma
    que
    viene
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