lunes, 1 de noviembre de 2010

Lo argentino musical




El 30 de octubre se presentaron el violoncellista Daniel Sergio y el pianista Gaspar Quirós en la sala Melany. Bajo el título Panorama de compositores argentinos, abordaron de obras referenciales de distintos géneros.
La primera fue Le grand tango, de Astor Piazzolla (1921-1992) que el compositor dedicara a Mstislav Rostropovich. Sugiere, en su libertad formal una fusión de sonata y de fantasía cuyo material temático proviene de motivos de tango, expuestos ya en sus elementos rítmicos, ya en trabajados glissandos y en un permanente dialéctica entre el elemento melancólico, tan apropiado al timbre del cello, con los acentos rítmicos. Es la exploración de esta dinámica y la maestría en las voces instrumentales cambiantes lo que le confieren una identidad que la hace frecuente en el repertorio internacional.
El programa siguió con Cello Sonata, de Alberto Williams (1862-1952), gran compositor e intérprete que estudió piano con Mathias, discípulo de Chopin, armonía con Durand, y composición con Cesar Franck; fue un prolífico compositor, con una participación cultural sumamente importante. De influencia europea, esta sonata muestra un enorme refinamiento en el modo de tratar el discurso instrumental: detenimiento, ausencia de efectismos, riqueza temática y a la vez una atención a las muestras más altas del romanticismo tardío. Del mismo compositor, como bis, fue interpretada La yerra, bellísima obra corta de un aire esencialmente criollo que, enunciado más que nada en la rítmica, es el material que la constituye y atraviesa. Hecha en un ideal impresionista recuerda en mucho al número Por el sendero, de la Suite del gran Cañón de Ferde Grofé.
En el final fue interpretada la Pampeana nro. 2, (rapsodia para cello y piano) de Alberto Ginastera (1916-1983). Basta leer los detallados comentarios de Elena Dabul y Julio Ogas a la edición de la obra integral para piano del compositor (editada por Iván Cosentino) para acceder en algo a la complejidad de su mundo creador. En esta imponente obra hay una exploración en las sonoridades percusivas del piano al estilo de Bartók. Los motivos argentinos surgen, en determinados momentos, de este planteo pianístico: son sus repeticiones y complejidad rítmica lo que va plasmándolos. Las escalas primitivas al lado del lenguaje moderno marcan esta etapa de nacionalismo subjetivo en la cual hay una utilización simbólica de los elementos populares. En otras, hay una exploración del cello, con sordina, con ritmos marcados, con notas agudas, con glissandos. Pareciera, permanentemente, que el sincretismo entre el lenguaje de vanguardia y lo popular se encuentran en función de sonidos nuevos.
Como segundo bis, fue interpretada Alfonsina y el Mar, de Ariel Ramírez (1921-2010).
No es frecuente poder acceder a la riqueza musical de compositores argentinos y tener en vivo obras profundas que no dejan de plantear, una vez y otra, el diálogo de culturas: las formas europeas en aires y motivos argentinos y la resultante de trabajos formalmente originales que están muy lejos de agotarse en una pintura costumbrista. La otra cara es que esa formación europea se ve enriquecida con un aporte temático inconfundible y la inspiración de compositores capaces de trabajar tanto los motivos como los timbres y la construcción musical.
Ciertamente, son trabajos de grandes requerimientos: en la técnica y en la expresividad. Exigen mucha justeza en diálogos de sonoridades siempre netas y la mayoría de las veces muy rápidas que sin un manejo formal adecuado carecerían de continuidad en el fraseo. Los pasajes lentos, como el final de la Cello sonata, piden en cambio un sonido hondo y sensible. Daniel Sergio, licenciado en Artes, ha tenido una prolongada trayectoria en distintas salas, como el Salón Dorado del Teatro Colón y participado en numerosos encuentros de su especialidad. Gaspar Quirós, becado por la Fundación Bernardo Hussay para perfeccionar sus estudios de piano, tiene un repertorio que incluye obras de solista y cámara de Bach, Scarlatti, Schubert, entre otros. Lograron una interpretación de intensidad que dejó advertir el requerimiento técnico pero que fue mucho más allá de él. La sala, cuya filtración de ruidos externos la hace absolutamente inadecuada para la música, los puso a prueba casi tanto como las obras.
La música argentina, por poco frecuente, por relegada, por rica, exige entrega, justo precio por todo aquello que guarda para descubrir



Eduardo Balestena
http://opus155musicadecamara.blogspot.com

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