domingo, 31 de marzo de 2024

Veinte años de actividad del proyecto Creciendo en Armonía



       

 

 Sábado por la mañana, una vez más llego hasta lo que fue el lugar de guardado de carruajes de la Estancia Santa María de la Armonía, antiguo espacio acondicionado a lo largo del tiempo y de muchas etapas para que funcione cómodamente el programa Creciendo en Armonía. Hoy en día, han sido agregadas nuevas aulas en una edificación anexa al edificio principal. Como todos los ambientes allí, las aulas llevan nombres de músicos: Bach, Beethoven, Mozart…

Hay muchos chicos en clase y la orquesta infantil ensaya con su maestro en un gran espacio con un hermoso piso de madera que un benefactor –como muchos otros- ha donado. Otros juegan, otros hacen apoyo escolar.

Una de las primeras veces que conversamos sobre este programa con Suky Pérez, directora de la actividad del Campus Musical de Santa María de la Armonía y del proyecto, era en invierno, también un sábado, frente al fuego de un hogar a leña  en el lugar donde hoy se dan las clases de apoyo escolar. Días cortos de invierno en los que se hace pronto la noche.

Cada vez que vengo hay algo más: las nuevas aulas, los espacios que cambian de uso y se expanden, otros profesores, otros alumnos.

Algo sin embargo no cambia: el movimiento, la actividad, el trabajo.

Martes, jueves y sábados los quehaceres son intensos, primero el ir a buscar a los chicos a la salida de la escuela, luego las clases, la merienda y el regreso. Los sábados la actividad comienza a las diez de la mañana y se extiende hasta las 17, con desayuno, almuerzo, merienda, además del transporte.

La organización de todo lo que implica llevar adelante el proyecto es precisa, efectiva y el resultado de personas que trabajan en él por pura vocación.

 Conversamos con Suky Pérez y Leila Albóniga en la sala de los instrumentos y partituras. No les interesa que figuren sus nombres; la tarea es lo importante, no las personas. Entran s salen chicos. Buscan un instrumento, dejan una partitura: nada se detiene.   

 

La música: medio y fin

 

“Creciendo en Armonía” es un Proyecto de la Fundación Cultural Argentina conjuntamente con la institución de vida consagrada Servidoras, que quiere brindar por medio de la música a chicos y jóvenes de zonas semi rurales una oportunidad de crecimiento y un futuro distinto para sus vidas.”

De este modo es definida la naturaleza y actividad de este programa en su página web (https://www.creciendoenarmonia.com). Hoy en día el proyecto nuclea entre 90 y 100 alumnos que comienzan su aprendizaje a los 7 años. Provienen de las áreas semi rurales que van desde la autovía 2 y Champagnat a la Estancia Santa María de la Armonía. Sin embargo, una niña estudiante de contrabajo llega desde Santa Clara del Mar.  

 

El Campus Musical funciona desde 1991 y en una de sus ediciones, en 2004, la violinista Ulrike Flemming, presente en dicha activiad,  vio a unos niños en los jardines de la casa; preguntó quiénes eran; la respuesta fue que se trataba de un grupo al que se les enseñaba catequesis “¿Y por qué no les enseñamos música?“  Propuso.   

            A partir de esa idea creó en Munich, Alemania la fundación Kinder in Armonia, cuya actividad musical está destinada a recaudar fondos para el proyecto y también orientada a la donación de instrumentos, cuya dotación se completa con otros más aportados en la Argentina por otros benefactores. Las Servidoras y la Fundación son los sostenes económicos de la actividad.

            Los instrumentos requieren de un luthier encargado de su acondicionamiento y mantenimiento, de partituras y de espacios para el guardado en las condiciones en que los instrumentos lo requieren.

            Doce reconocidos profesores constituyen el cuerpo docente, algunos, como Aron Kemelmajer o Daniel Zucchiatti, están desde hace años colaborando en la enseñanza. Estos nombres, por sí mismos, dan una idea de la calidad de la enseñanza que se imparte.

            La música es un fin, nos dicen, pero también es un medio: provee a los niños de un objetivo, un trabajo, un desarrollo de habilidades y un horizonte de intereses que les permitirá a algunos tener a la música como profesión y a otros, tener un ámbito de experiencias, vínculos, y expectativas.

De este modo, la experiencia musical es acompañada de apoyo escolar, la escucha de los problemas y la búsqueda de soluciones.

 

Un círculo

El transcurso del tiempo ha significado arias cosas: vencer obstáculos, seguir creciendo, lograr un sistema de becas y que alumnos del proyecto hoy sean docentes de ese ámbito que contribuyó a formarlos. Máximo Paz, por ejemplo, concursó y obtuvo una plaza en la Orquesta General San Martín, de Buenos Aires.

            La pandemia nos forzó a encontrar los medios de llevarles el material para que siguieran trabajando y significo que la actividad no se detuviera” señalan.

            Hoy, se cuenta con una orquesta infantil, una juvenil y una camerata, formada por alumnos avanzados y profesores.

            Las becas permiten que haya alumnos que tomen clases en Buenos Aires y otros –como Sofía Carmona, concertino de la Orquesta del Campus- que residan en esa ciudad y vayan insertándose en los circuitos profesionales de la música. Otros alumnos son becados para participar en el Campus Musical.

            Hace pocos años, una organización internacional que promueve un proyecto anual en distintas partes del mundo eligió el proyecto Creciendo en Armonía. La ayuda se hizo efectiva en la forma de mejoras en muchos de los hogares de los alumnos del proyecto, en busca de desarrollar su entorno de vida y de estudios, para lo cual fue llevado a cabo un relevamiento de los hogares que permitió seleccionar aquellos que serían objeto de intervención.

            El problema central sigue siendo la falta de transporte desde las zonas aledañas a la Armonía hasta la sede del proyecto y no parece haber una solución posible a tal problema.

            Creciendo en Armonía ha brindado, a lo largo de dos décadas, una formación musical, un horizonte de expectativas y conformado un polo de actividad docente, formadora y musical. La directora musical es la violinista y educadora Ulrike Flemming; la directora general es la profesora Romilda Pérez, y la coordinadora general es la Lic. Leila Albóniga, también María Sara Cafferata y Alicia Basta trabajan permanentemente en el proyecto.

            La página web citada más arriba y su vínculo a la red Facebook brindan no sólo una información completa acerca de la actividad sino que es un canal de comunicación para quienes deseen colaborar con el proyecto.

             El aprendizaje de la música implica la persecución de un objetivo, el desarrollo de destrezas intelectuales y físicas, la participación en una tarea común, donde se depende de los otros y la exploración de un ámbito.

            La actividad de Santa María de las Armonía ha significado, desde 1991 y desde 2004, el surgimiento de dos polos importantes: el Campus Musical y el Proyecto Creciendo en Armonia y ello ha sido así gracias a un esfuerzo de permanente entrega por parte de quienes los llevan adelante.

           

 

 

  

           

           

   

 

 

 

 

Eduardo Balestena