Sábado por la mañana, una vez más llego hasta
lo que fue el lugar de guardado de carruajes de la Estancia Santa María de la
Armonía, antiguo espacio acondicionado a lo largo del tiempo y de muchas etapas
para que funcione cómodamente el programa Creciendo
en Armonía. Hoy en día, han sido agregadas nuevas aulas en una edificación
anexa al edificio principal. Como todos los ambientes allí, las aulas llevan
nombres de músicos: Bach, Beethoven, Mozart…
Hay muchos chicos en clase y la
orquesta infantil ensaya con su maestro en un gran espacio con un hermoso piso
de madera que un benefactor –como muchos otros- ha donado. Otros juegan, otros
hacen apoyo escolar.
Una de las primeras veces que
conversamos sobre este programa con Suky Pérez, directora de la actividad del Campus
Musical de Santa María de la Armonía y del proyecto, era en invierno, también
un sábado, frente al fuego de un hogar a leña en el lugar donde hoy se dan las clases de
apoyo escolar. Días cortos de invierno en los que se hace pronto la noche.
Cada vez que vengo hay algo más: las nuevas
aulas, los espacios que cambian de uso y se expanden, otros profesores, otros
alumnos.
Algo sin embargo no cambia: el movimiento,
la actividad, el trabajo.
Martes, jueves y sábados los
quehaceres son intensos, primero el ir a buscar a los chicos a la salida de la
escuela, luego las clases, la merienda y el regreso. Los sábados la actividad
comienza a las diez de la mañana y se extiende hasta las 17, con desayuno,
almuerzo, merienda, además del transporte.
La organización de todo lo que implica
llevar adelante el proyecto es precisa, efectiva y el resultado de personas que
trabajan en él por pura vocación.
Conversamos con Suky Pérez y Leila Albóniga en
la sala de los instrumentos y partituras. No les interesa que figuren sus
nombres; la tarea es lo importante, no las personas. Entran s salen chicos.
Buscan un instrumento, dejan una partitura: nada se detiene.
La
música: medio y fin
“Creciendo en Armonía” es un Proyecto
de la Fundación Cultural Argentina conjuntamente con la
institución de vida consagrada Servidoras, que quiere brindar por
medio de la música a chicos y jóvenes de zonas semi rurales una oportunidad de
crecimiento y un futuro distinto para sus vidas.”
De este modo es definida la naturaleza
y actividad de este programa en su página web (https://www.creciendoenarmonia.com).
Hoy en día el proyecto nuclea entre 90 y 100 alumnos que comienzan su
aprendizaje a los 7 años. Provienen de las áreas semi rurales que van desde la
autovía 2 y Champagnat a la Estancia Santa María de la Armonía. Sin embargo,
una niña estudiante de contrabajo llega desde Santa Clara del Mar.
El Campus Musical funciona desde 1991
y en una de sus ediciones, en 2004, la violinista Ulrike Flemming, presente en dicha
activiad, vio a unos niños en los
jardines de la casa; preguntó quiénes eran; la respuesta fue que se trataba de
un grupo al que se les enseñaba catequesis “¿Y por qué no les enseñamos
música?“ Propuso.
A partir de esa idea creó en Munich,
Alemania la fundación Kinder
in Armonia, cuya actividad musical está
destinada a recaudar fondos para el proyecto y también orientada a la donación
de instrumentos, cuya dotación se completa con otros más aportados en la
Argentina por otros benefactores. Las Servidoras y la Fundación son los
sostenes económicos de la actividad.
Los instrumentos requieren de un
luthier encargado de su acondicionamiento y mantenimiento, de partituras y de
espacios para el guardado en las condiciones en que los instrumentos lo
requieren.
Doce reconocidos profesores
constituyen el cuerpo docente, algunos, como Aron Kemelmajer o Daniel Zucchiatti,
están desde hace años colaborando en la enseñanza. Estos nombres, por sí
mismos, dan una idea de la calidad de la enseñanza que se imparte.
La música es un fin, nos dicen, pero
también es un medio: provee a los niños de un objetivo, un trabajo, un
desarrollo de habilidades y un horizonte de intereses que les permitirá a
algunos tener a la música como profesión y a otros, tener un ámbito de
experiencias, vínculos, y expectativas.
De este modo, la experiencia musical es acompañada de apoyo escolar, la
escucha de los problemas y la búsqueda de soluciones.
Un círculo
El transcurso del tiempo ha significado arias cosas: vencer obstáculos,
seguir creciendo, lograr un sistema de becas y que alumnos del proyecto hoy
sean docentes de ese ámbito que contribuyó a formarlos. Máximo Paz, por
ejemplo, concursó y obtuvo una plaza en la Orquesta General San Martín, de
Buenos Aires.
“La pandemia nos forzó a encontrar los
medios de llevarles el material para que siguieran trabajando y significo que
la actividad no se detuviera” señalan.
Hoy, se
cuenta con una orquesta infantil, una juvenil y una camerata, formada por
alumnos avanzados y profesores.
Las
becas permiten que haya alumnos que tomen clases en Buenos Aires y otros –como
Sofía Carmona, concertino de la Orquesta del Campus- que residan en esa ciudad
y vayan insertándose en los circuitos profesionales de la música. Otros alumnos
son becados para participar en el Campus Musical.
Hace
pocos años, una organización internacional que promueve un proyecto anual en
distintas partes del mundo eligió el proyecto Creciendo en Armonía. La ayuda se hizo efectiva en la forma de
mejoras en muchos de los hogares de los alumnos del proyecto, en busca de desarrollar
su entorno de vida y de estudios, para lo cual fue llevado a cabo un
relevamiento de los hogares que permitió seleccionar aquellos que serían objeto
de intervención.
El
problema central sigue siendo la falta de transporte desde las zonas aledañas a
la Armonía hasta la sede del proyecto y no parece haber una solución posible a
tal problema.
Creciendo en Armonía ha brindado, a lo
largo de dos décadas, una formación musical, un horizonte de expectativas y
conformado un polo de actividad docente, formadora y musical. La directora
musical es la violinista y educadora Ulrike Flemming; la directora general es
la profesora Romilda Pérez, y la coordinadora general es la Lic. Leila Albóniga,
también María Sara Cafferata y Alicia Basta trabajan permanentemente en el
proyecto.
La
página web citada más arriba y su vínculo a la red Facebook brindan no sólo una
información completa acerca de la actividad sino que es un canal de
comunicación para quienes deseen colaborar con el proyecto.
El aprendizaje de la música implica la
persecución de un objetivo, el desarrollo de destrezas intelectuales y físicas,
la participación en una tarea común, donde se depende de los otros y la
exploración de un ámbito.
La
actividad de Santa María de las Armonía ha significado, desde 1991 y desde
2004, el surgimiento de dos polos importantes: el Campus Musical y el Proyecto
Creciendo en Armonia y ello ha sido así gracias a un esfuerzo de permanente
entrega por parte de quienes los llevan adelante.
Eduardo
Balestena