El 14 de julio de cumplen diez años de conciertos
del Ciclo de Música de Cámara de Bach a Piazzolla, una iniciativa de la
pianista Graciela Alías y el violinista Aron Kemelmajer, que en base al
esfuerzo privado, consiguieron llevar adelante el ciclo muy destacado y con una
identidad propia que obtuvo el Premio Alfonsina 2009.
Obras e
intérpretes
Calidad musical, en las obras y en los
intérpretes, valoración del espacio local y aportes de artistas con una gran
experiencia, nacionales y extranjeros, son las premisas sobre las que se apoya
el ciclo, que incluye una presentación previa de las obras.
El concierto inicial del 14 de junio de 2003 contó
con obras de autores argentinos y las
Danzas Rumanas de Bela Bartók, y el ciclo ha incluido a 5 de las 10 sonatas de
Beethoven para piano y violín y 10 de las 22 de Mozart así como la actuación de
músicos de la Filarmónica
de Israel –la flautista Margalit Gafni y el cellista Enrique Metz.
El pianista Hugo Schuler se presentó en distintas
oportunidades con obras de Brahms; Chopin, Ginastera y Liszt así como con las
30 variaciones sobre un tema de Antón
Diabelli, de Beethoven; las variaciones Golberg y una integral del primer libro
de los Preludios y fugas del clave bien temperado, de Bach, y la mayor parte de
los preludios y fugas del libro segundo. Hizo las obras de Bach de memoria. No
son datos menores: se trata de extensos trabajos de gran profundidad,
complejidad y sutileza musical, no frecuentes en los programas de concierto, y
que demandan un gran dominio de las obras, de la técnica del instrumento y un
criterio artístico para abordarlas.
Además de Graciela Alías y Arón Kemelmajer tan
intervenido en gran parte de los conciertos y son muchos los intérpretes que
como la clarinetista Amelia del Giudice; el pianista Edgardo Roffé; el
flautista Alexis Nicolet o el trío formado por la pianista Silvia Bango; el
cellista Federico Dalmacio y el clarinetista Mario Romano; la violinista Haydee
Francia; la violinista Irina Iakoleva; el violoncellista Siro Bellisomi y otros, que han intervenido en distintos
conciertos que tuvieron lugar en el Teatro Municipal Colón –los que incluyen
piano- y la Alianza Francesa.
Un viaje
por diferentes estéticas
No sólo obras como la Sonata a Kreutzer, de
Beethoven, que interpretaron Fernando Favero y Graciela Alías; el Quinteto para
piano y cuerdas de Brahms o el quinteto La Trucha de Schubert es lo que hemos podido
apreciar, con lo que la sola experiencia de poder acceder a estos trabajos
significa, sino también otras de
Dowland, Jorge Mockert; Debussy; Häendel; Prokoffiev; Taktakishvivili; Fermina
Casanova, o los trabajos que presentó Miriam Fernández en tiorba, que implican un
descubrimiento estético.
Una
nueva temporada
No son frecuentes iniciativas así, hechas en base
al esfuerzo personal, capaces de mantenerse en el tiempo (ese accidentado
tiempo con sus problemas recurrentes, sus crisis, sus desánimos, sus desafíos)
sin concesiones en lo que hace a la exploración y defensa del espacio musical
así, en estado puro, por el solo interés de la música y de llevarla al publico
que fielmente ha seguido a este ciclo.
Aron Kemelmajer, en la charla que le pedí mantener
con motivo de esta fecha (y que se hizo extensa porque la música implica muchas
cosas: gustos, experiencias, períodos, nombres), llegó con una ancha carpeta
con todos los programas de los conciertos de los últimos diez años: al verlos
se tiene una idea del significado de llevar adelante algo y hacerlo tangible:
una parte importante de la vida está allí.
Señaló que para el ciclo 2013, que comienza el
14 de julio a la hora 20 en el Teatro Municipal Colón, han previsto una
síntesis de lo que se ha venido haciendo. Para el 23 de agosto está prevista la
actuación del conocido trío integrado por Nicolás Favero (que tocó el concierto
para violín de Brahms con la sinfónica); Siro Bellisomi en cello y Antonio
Formaro en piano. Los conciertos proseguirán el 29 de septiembre, el 25 de
octubre –con la actuación de Marco Pierobon, el famoso trompetista; para
concluir el 8 de diciembre.
Más allá de la calidad, más allá del lugar y el
reconocimiento para intérpretes y autores, se trata de generar y sostener algo
por la fe en ese algo, en su calidad, en su significado, en un mundo tan
acelerado, tan cambiante, uno donde la rapidez muchas –demasiadas veces-
desplaza a la calidad. Bach a Piazzolla es un espacio donde refugiarnos, donde
buscar y encontrar tanto las obras que amamos como aquellas que son dignas de
descubrir y aquellos intérpretes que nos permitirán enriquecernos al
escucharlos.
Eduardo
Balestena