miércoles, 17 de junio de 2015

Atos Trio en el ciclo del Mozarteum


.Atos Trío
.Annette von Hehn (violín)
.Stefan Heinemeyer (violoncello)
.Thomas Hoppe (piano)
.Temporada 2015 del Mozarteun; primer ciclo de conciertos
.Teatro Colón de Buenos Aires, 18 de mayo

El Atos Trio brindó un ecléctico programa en el ciclo del Mozarteum, con tres obras que en sus lenguajes y épocas revisten una significación especial.
Formado en 2003 ha llevado a cabo una ya extensa trayectoria y recogido numerosos reconocimientos, como el “Kalischstein-Laredo International Trio Award” en 2007; el Gran Premio de Jurado y el Música Viva Tour Prize de Melbourne, entre muchos otros.
Su presentación fue la segunda llevada a cabo en la Argentina.
El Trio en sol mayor, Hob.XV:25 “Gitano”, de Franz Joseph Haydn (1732-1809) expande el lenguaje propio de los tríos al dar mayor autonomía a las voces instrumentales, dentro de la diáfana invención melódica y el manejo formal de ese gran compositor que siempre, de uno u otro modo, estableció –a la vez que obras que condensan el ideal clásico- nuevas posibilidades para futuros desarrollos estéticos. Lo que destacó, ya desde la frase inicial del violín y el piano fue el sonido: un arranque delicado, grácil, sin acentuar el tiempo inicial, un uso muy limitado y puntual del vibrato y un piano que siempre obtuvo el equilibrio con el violín y el cello; un fraseo sutil y elaborado en todo el desarrollo de ese Andante con variaciones del primer movimiento. La elaboración del tema principal en modo mayor y las variaciones en modo menor brinda una diversidad sonora que confiere a ese sonido su riqueza. El Poco adagio cantábile del segundo movimiento comienza con un bellísimo tema en el piano en un amplio desarrollo que en la sección central es tratado por el violín y el cello, que establece una base armónica. El Rondo a l`Ongarese Presto es de una textura rápida, cerrada y de gran variedad melódica y rítmica a partir del motivo inicial introducido por el piano que será desarrollado ampliamente con el violín en una rica línea que se complementa con la del piano. Se trata de un discurso de gran variedad de acentos y cambios modales que llevan a esta obra mucho más allá del puro exotismo dado por el gusto por ritmos folklóricos, en boga en la época, en este caso elaborados con una gran riqueza de acentos y matices.
            Hay una presencia constante en la obra Antonin Dvorak (1841-1904) del patrimonio musical bohemio, plasmada de distintas maneras tanto en sus sinfonías como en la música de cámara: el uso de los ritmos danzantes, el desplazamiento de los acentos de uno a otro de los tiempos del compás, los cambios rítmicos y su permanente invención melódica. En el caso del Trio en mi menor, op. 90 Dumky (1891) estos elementos aparece tratados de una manera diferente, única, haciendo uso de un enorme manejo formal al servicio de una idea expresiva y no de la pura forma. Sobre la base de la dumka, una forma de balada épica ucraniana Dvorak elaboró un trio basado en seis dumky instrumentales, en lo que constituye una elaboración nueva e inusual: la de una obra en seis movimientos, con una gran variedad de cambios rítmicos, modales, y de acentos que admite una pluralidad de conceptos interpretativos: en las aceleraciones de los tempos; en los acentos; en las inflexiones. Es muy cuidada, además, en el aspecto armónico: timbres que se singularizan forman parte además de la armonía de un conjunto donde todo se destaca pero nada prevalece.
            Atos Trio interpretó una versión con acentos diferentes a los de versiones referenciales: por ejemplo en el primer tema del Lento maestoso, luego de la introducción, donde hubo una aceleración marcada de lo que en otras interpretaciones es una suerte de danza, abordada en esta oportunidad en accelerando que la hizo más compacta. Este abordaje siguió dicho lineamiento interpretativo en otros lugares de la obra. Lo que se destacó así fue el dominio interpretativo del grupo sobre la totalidad del  aspecto formal de un creación que permite ser pensada como un opus que admite una diversidad de enfoques, sin agotarse en ninguno: glissandos, acentos que se desplazan, cambio en los modos (de menor a mayor) le confieren un aire desgarrado a la vez que vivo y lleno de invención. El presentar un motivo breve, tomar de dicho motivo un intervalo del final que es utilizado en otro, con diferente tempo y diferentes acentos, le confieren a este trío algo único, irrepetible: unidad en la diversidad, un clima de permanente improvisación pero a la vez de organización.
            El programa concluyo con el Trio nro, 2 en mi menor, opus 67 de Dmitri Shostakovich (1906-1975). Compuesto en 1944, suerte de homenaje a los hebreos y su música, logra una síntesis de la música tradicional judía y formas como el canon o la passacaglia. Obtiene un sonido introspectivo, a la vez rico y desolado: ya el comienzo en los agudos del violín, motivo sobre el cual se establece un contrapunto con el cello, a lo que se agrega el piano obedece a una idea de despojamiento: en lo rítmico, en los efectos armónicos, produciendo una música concentrada pero en permanente cambio.
            Este cambio se evidencia en que cada movimiento obedece a una idea distinta: el tercero, por ejemplo, que se inicia con un coral que el piano plantea en una sucesión de acordes –claros y destacados- sobre los que luego se construye una passacaglia –el uso de un elemento reiterado en una exposición.
            Al conocer las circunstancias de la gestación de este opus: una Rusia diezmada por la guerra, un compositor abrumado por las poblaciones eliminados en los campos de exterminio, el último movimiento, escrito en los modos antiguos de la música judía, con intervenciones secas, tajantes, que se intensifican y reiteran y que al hacerlo inundan al oyente, cobra una especial significación.
La música no es un ejercicio intelectual ni un mero placer sino algo capaz de producir sensaciones. Obra que requiere no sólo un dominio formal son también una actitud interior, la de Shostakovich es un universo en sí misma.
            Nacida en Kiel, Alemania, Annette von Helm, que interpreta en un violín Stradivarius, ha intervenido como solista y camarista en escenarios como el Carnegie Hall o el Weill Recital Hall de Nueva York. Inició sus estudios de violín  a los cuatro años y ha recibido numerosos reconocimientos internacionales.
            Stefan Heinemeyer, nació en Berlín, comenzó sus estudios de cello a la edad de 4 años y ha sido merecedor de numerosos premios, desempeñándose como cellista en diversas orquestas como la Münchner Rundkunkorchester y en la Orquesta Klang Verwaltung.
            Thomas Hoppe, también nacido en Alemania se actuado con solistas como Itzhak Perman; Joshua Bell así como con distintos cantantes, además de desempeñar una importante actividad como pedagogo.
            La elección del programa no fue azarosa: permitió un viaje a través de la forma trío en manifestaciones de las más acabadas del género: tres estéticas muy diferentes, cada una con exigencias propias y cada una capaz de expresar una concepción musical
             
             


Eduardo Balestena