.Atos Trío
.Annette von Hehn (violín)
.Stefan Heinemeyer (violoncello)
.Thomas Hoppe (piano)
.Temporada 2015 del Mozarteun; primer ciclo de conciertos
.Teatro Colón de Buenos Aires, 18 de mayo
El Atos Trio brindó un ecléctico
programa en el ciclo del Mozarteum, con tres obras que en sus lenguajes y
épocas revisten una significación especial.
Formado en 2003 ha llevado a cabo una ya
extensa trayectoria y recogido numerosos reconocimientos, como el
“Kalischstein-Laredo International Trio Award” en 2007; el Gran Premio de
Jurado y el Música Viva Tour Prize de Melbourne, entre muchos otros.
Su presentación fue la segunda llevada a
cabo en la Argentina.
El Trio
en sol mayor, Hob.XV:25 “Gitano”, de Franz Joseph Haydn (1732-1809) expande
el lenguaje propio de los tríos al dar mayor autonomía a las voces
instrumentales, dentro de la diáfana invención melódica y el manejo formal de
ese gran compositor que siempre, de uno u otro modo, estableció –a la vez que
obras que condensan el ideal clásico- nuevas posibilidades para futuros
desarrollos estéticos. Lo que destacó, ya desde la frase inicial del violín y
el piano fue el sonido: un arranque delicado, grácil, sin acentuar el tiempo
inicial, un uso muy limitado y puntual del vibrato y un piano que siempre
obtuvo el equilibrio con el violín y el cello; un fraseo sutil y elaborado en
todo el desarrollo de ese Andante
con variaciones del primer movimiento. La elaboración del tema principal en
modo mayor y las variaciones en modo menor brinda una diversidad sonora que
confiere a ese sonido su riqueza. El Poco
adagio cantábile del segundo movimiento comienza con un bellísimo tema en
el piano en un amplio desarrollo que en la sección central es tratado por el
violín y el cello, que establece una base armónica. El Rondo a l`Ongarese Presto es de una textura rápida, cerrada y de
gran variedad melódica y rítmica a partir del motivo inicial introducido por el
piano que será desarrollado ampliamente con el violín en una rica línea que se
complementa con la del piano. Se trata de un discurso de gran variedad de
acentos y cambios modales que llevan a esta obra mucho más allá del puro
exotismo dado por el gusto por ritmos folklóricos, en boga en la época, en este
caso elaborados con una gran riqueza de acentos y matices.
Hay una
presencia constante en la obra Antonin Dvorak (1841-1904) del patrimonio
musical bohemio, plasmada de distintas maneras tanto en sus sinfonías como en
la música de cámara: el uso de los ritmos danzantes, el desplazamiento de los
acentos de uno a otro de los tiempos del compás, los cambios rítmicos y su
permanente invención melódica. En el caso del Trio en mi menor, op. 90 Dumky (1891) estos elementos aparece
tratados de una manera diferente, única, haciendo uso de un enorme manejo
formal al servicio de una idea expresiva y no de la pura forma. Sobre la base
de la dumka, una forma de balada
épica ucraniana Dvorak elaboró un trio basado en seis dumky instrumentales, en
lo que constituye una elaboración nueva e inusual: la de una obra en seis
movimientos, con una gran variedad de cambios rítmicos, modales, y de acentos
que admite una pluralidad de conceptos interpretativos: en las aceleraciones de
los tempos; en los acentos; en las inflexiones. Es muy cuidada, además, en el
aspecto armónico: timbres que se singularizan forman parte además de la armonía
de un conjunto donde todo se destaca pero nada prevalece.
Atos Trio
interpretó una versión con acentos diferentes a los de versiones referenciales:
por ejemplo en el primer tema del Lento
maestoso, luego de la introducción, donde hubo una aceleración marcada de
lo que en otras interpretaciones es una suerte de danza, abordada en esta
oportunidad en accelerando que la hizo más compacta. Este abordaje siguió dicho
lineamiento interpretativo en otros lugares de la obra. Lo que se destacó así
fue el dominio interpretativo del grupo sobre la totalidad del aspecto formal de un creación que permite ser
pensada como un opus que admite una diversidad de enfoques, sin agotarse en
ninguno: glissandos, acentos que se desplazan, cambio en los modos (de menor a
mayor) le confieren un aire desgarrado a la vez que vivo y lleno de invención.
El presentar un motivo breve, tomar de dicho motivo un intervalo del final que
es utilizado en otro, con diferente tempo y diferentes acentos, le confieren a
este trío algo único, irrepetible: unidad en la diversidad, un clima de
permanente improvisación pero a la vez de organización.
El
programa concluyo con el Trio nro, 2 en
mi menor, opus 67 de Dmitri Shostakovich (1906-1975). Compuesto en 1944,
suerte de homenaje a los hebreos y su música, logra una síntesis de la música
tradicional judía y formas como el canon o la passacaglia. Obtiene un sonido
introspectivo, a la vez rico y desolado: ya el comienzo en los agudos del
violín, motivo sobre el cual se establece un contrapunto con el cello, a lo que
se agrega el piano obedece a una idea de despojamiento: en lo rítmico, en los
efectos armónicos, produciendo una música concentrada pero en permanente
cambio.
Este cambio
se evidencia en que cada movimiento obedece a una idea distinta: el tercero,
por ejemplo, que se inicia con un coral que el piano plantea en una sucesión de
acordes –claros y destacados- sobre los que luego se construye una passacaglia
–el uso de un elemento reiterado en una exposición.
Al conocer
las circunstancias de la gestación de este opus: una Rusia diezmada por la
guerra, un compositor abrumado por las poblaciones eliminados en los campos de
exterminio, el último movimiento, escrito en los modos antiguos de la música
judía, con intervenciones secas, tajantes, que se intensifican y reiteran y que
al hacerlo inundan al oyente, cobra una especial significación.
La música no es un ejercicio intelectual
ni un mero placer sino algo capaz de producir sensaciones. Obra que requiere no
sólo un dominio formal son también una actitud interior, la de Shostakovich es
un universo en sí misma.
Nacida en
Kiel, Alemania, Annette von Helm, que interpreta en un violín Stradivarius, ha
intervenido como solista y camarista en escenarios como el Carnegie Hall o el
Weill Recital Hall de Nueva York. Inició sus estudios de violín a los cuatro años y ha recibido numerosos
reconocimientos internacionales.
Stefan
Heinemeyer, nació en Berlín, comenzó sus estudios de cello a la edad de 4 años
y ha sido merecedor de numerosos premios, desempeñándose como cellista en
diversas orquestas como la Münchner Rundkunkorchester y en la Orquesta Klang
Verwaltung.
Thomas
Hoppe, también nacido en Alemania se actuado con solistas como Itzhak Perman;
Joshua Bell así como con distintos cantantes, además de desempeñar una
importante actividad como pedagogo.
La
elección del programa no fue azarosa: permitió un viaje a través de la forma
trío en manifestaciones de las más acabadas del género: tres estéticas muy
diferentes, cada una con exigencias propias y cada una capaz de expresar una
concepción musical
Eduardo Balestena