domingo, 27 de diciembre de 2009


La muerte y la doncella
El cuarteto nro. 14 en re menor, D. 810 de Franz Schubert me parece una obra única en la extensa producción del compositor.
En ella la fluencia característica de melodía shubertiana trabaja en un contexto de innovación expresiva y de tensión, impronta bastante lejana al resto de sus creaciones.
Es de una belleza particular y desoladora, con un discurso musical que se desarrolla en forma de interrogante, oposición y avance, y en el cual en los pocos momentos en que la tensión cede es para dar lugar a un tono fatalista y resignado.
Entre el lied y la música de programa
Este ideal casi programático de algún modo recuerda al poema sinfónico Muerte y Transfiguración, de Richard Strauss, concebido como una alternancia motívica del tema de la muerte y el del personaje, ambos en una sucesión de diferentes motivos que se originan en ellos.
Schubert, como en el lied, sigue el pulso del poema pero dentro de una concepción musical: los sentimientos de aquel se reflejan en la libertad de la forma en cuanto a la intensidad, a la dialéctica y a la melodía, como en el caso de los lieder no estróficos: los desarrollados y los escénicos.
Hay una gran carga dramática en La muerte y la doncella, del mismo modo que en lieder –como por ejemplo los de La bella molinera- que son, en sí mismos, pequeños dramas musicales.
Allegro
El primer movimiento se inicia con un acorde marcado por la intensidad y la rapidez; de él comienza un desarrollo, como una sección de respuesta, una danza sombría en el primer violín que lleva de nuevo al primer acorde que es como una figura recurrente, con su atmósfera crispada, alrededor de la cual se desarrolla el resto de un material muy marcado por el elemento rítmico, y que establece una suerte de variaciones sobre ese primer tema. El desarrollo tiene lugar en una clara diferencia dinámica entre crescendo y decrescendo, dado en líneas muy rápidas en los violines.
No es sólo el establecimiento de esta relación tensional, sino también la exploración de sus posibilidades expresivas ya que las líneas de los distintos instrumentos parecen mezclar, a veces azarosamente, elementos de los motivos que surgen del acorde inicial. En algunos casos estos elementos se reiteran de manera obsesiva.
Tras la aparición del segundo tema la dialéctica se intensifica, pero las relaciones de tensión-distensión, más que vinculadas a la relación de los temas, parecen estarlo a las intensidades y en la modulación.
En esta alternancia, aparecen desarrollos del primero y segundo tema, que vuelve a ser planteado con una intensidad mayor.
No hay remanso posible en un movimiento que avanza indeclinablemente hacia un territorio desconocido.
Esta tensión involucra, más que nada en el final, al silencio, uno tras el cual el material se resuelve en una suerte de pregunta.
Andante con moto
Se trata de la exposición de la melodía de la canción homónima, basada en el poema de Mathias Claudius.
Como muchas veces, el texto parece valer por la elaboración que de él hizo Schubert:

Das Mädchen: Vorüber, ach vorüber! Geh, wilder Knochenmann! Ich bin noch jung, geh, Lieber! Und rühre mich nicht an! Der Tod: Gib deine Hand, du schön und zart Gebild! Bin Freund und komme nicht zu strafen. Sei guten Muts! Ich bin nicht wild, Sollst sanft in meinen Armen schlafen. Traducción La doncella ¡Lárgate, ah lárgate! ¡Vete, cruel esqueleto! ¡Soy aún joven, sé amable y vete! ¡y no me toques! La muerte ¡Dame tu mano, dulce y bella criatura! ¡soy tu amigo y no vengo a castigarte! ¡Confía en mí! ¡No soy cruel! ¡Déjate caer en mis brazos y dormirás plácidamente.

El tema inicial es seguido de cinco variaciones en las cuales los violines parecen desempeñar el papel de la doncella y la viola y el cello el de la muerte.
Ese tema inicial, que comienza sucesivamente en el segundo violín, el cello, el primer violín y la viola, tiene algo de indeclinable en la regularidad con que marca determinados acentos en una línea melódica que tiene resonancias de himno.
Está menos marcado por el elemento rítmico y la relación dialéctica no es de una abierta oposición. El vínculo entre la doncella y la muerte parece así más estrecho. La tensión ha dado paso a la desolación. Los acentos desaparecen pero la estructura armónica es la misma.
La primera variación está marcada por la línea del violín con el cello en pizzicato que parece buscar una salida; la segunda por el cello –que lleva la melodía- y la viola. El cello parece hablar en inflexiones que semejan la voz humana. Recuerda a la observación de Jordi Savall acerca de que la viola da gamba contiene todas las edades e inflexiones de la voz humana. Aquí el cello es el hablar melancólico de la muerte y su melodía es muy nítida, como una voz clara que indicase un rumbo.
En la tercera es el propio cuarteto el que reelabora el tema que conduce el primer violín, pero su sonoridad se divide en lo que parece un cambio rítmico y en el tempo, con respuestas en los violines.
El violín primero, en la cuarta variación, establece una melodía extensa y llena de matices, como una voz que narra y suplica. La elaboración del tema es rica en la melodía, las relaciones armónicas y la sensación de permanente improvisación: el tema –en el crescendo final- es llevado a una gama de posibilidades. En la quinta la melodía del violín cambia.
El Andante concluye en un tono resignado y de interrogación que va diluyéndose hacia el silencio.
Scherzo
El tercer movimiento comienza con un tema danzante, sincopado que conduce a una sección central –un trío- que trae cierta serenidad, en lo que parece además un cambio de compás, en una forma ternaria ABA.
La sección A introduce un acento aun más sombrío: no sólo resuelve el interrogante que cierra el Andante con moto, sino que introduce una suerte de torsión en el tema danzante al hacerlo macabro.
Presto
El presto está concebido como la reiteración de un motivo rítmico muy rápido, de carácter obsesivo, que se resuelve en otro elemento similar que trabaja sobre el material inicial y lo intensifica armónicamente. El elemento dinámico resulta muy importante.
Llega luego otro tema vinculado, suerte de respuesta al primero que es también un puente que conduce a él.
Da la sensación de una danza macabra que recuerda –en esta idea de movimiento- al Sueño de una noche de aquelarre de la Sinfonía Fantástica de Berlioz.
Alterna luego con un tema cantabile más lento, para volver al elemento del principio.
Hay una sección repetida y la aparición de un rápido tema en el primer violín, de tono siniestro, con elementos del tema inicial. Este motivo es reiterado y en el tejido, tal como sucede en el primer movimiento, parecen entremezclarse elementos de los dos temas.
El material parece buscar ser elaborado de una manera que pueda disolver tanta tensión, pero ésta, una y otra vez, termina por intensificarse.
El final está dado como un brusco cese de esta tensión acumulada en un lenguaje que vuelve a subrayar la importancia del elemento rítmico.
Sobre el final, el motivo siniestro del violín reaparece y el movimiento concluye con una nueva aparición del tema inicial para terminar abruptamente.
Cursiva
Una concepción
Cuando lo escribió en 1824, aquejado por ya por la sífilis, Schubert hizo algo diferente de lo que había hecho con otras obras que no reflejan en nada su dolor. En este caso lo convirtió en una escritura prácticamente experimental, que explora lo rítmico, las posibilidades armónicas, la transformación motívica, en algo que es a la vez que un programa, pero asumido dentro de una gran libertad creadora, una manera de buscar y establecer límites nuevos al sonido y lograrlo dentro de la sensación inquietante de lo fatal, lo indeclinable a lo que se llega tras un descubrimiento, el de las posibilidades de la música unido, indefectiblemente, al de la fragilidad de la vida.
La muerte y la doncella no sólo es una cumbre expresiva y formal, es una obra profunda sobre la condición humana.

Para escuchar este cuarteto de cuerdas haga click aquí.

Eduardo Balestena
ebalestena@yahoo.com.ar